[...] A partir de ahí, la vida de Emma
se convirtió en una lucha por no perder la visión y poder volver a ser una niña
normal. La primera operación fue la más complicada. Habían pocas esperanzas de
que saliera de la habitación de donde la estaban operando y pudiera ver con
claridad los rostros de su padres; lo que mayor preocupación les causaba.
La puerta de la habitación se
abrió y salió Emma con unos enormes vendajes en los ojos, evitando que la luz
del sol los dañara aún más. Sus padres preguntaron a los cirujanos cómo había
ido la operación. Ellos les respondieron con un gesto claro y alegre: el pulgar
hacia arriba; la operación había sido un éxito.
Todos estaban felices. Ahora Emma
sólo tenía que procurar no salir a la calle cuando hiciera demasiado calor o
demasiado frío para que no se dañara la cubierta que la habían incrustado en las
pupilas.
Todo iba como antes, veía
perfectamente. La alegría que iluminaba a ella, a sus amigos y familia empezaba
a rebosar…Pero todo lo que sube, desgraciadamente, baja.
La cubierta que le pusieron no
fue tan resistente como ellos imaginaban…
Emma estaba en el instituto, cuando
ocurrió el mayor desastre de su vida. Al principio notó un pequeño picor en el
ojo derecho. Se rascó. Al rascarse, notó algo pegajoso en sus dedos... era la cubierta, estaba rota. Una compañera suya
se giró a pedirle una hoja a Emma y, como si hubiese visto a la niña del
exorcismo, empezó a chillar… ¡Emma estaba chorreando sangre por su ojo derecho;
demás se caerse se le había clavado la cubierta en la pupila!
Acudió lo más rápido que pudo a
urgencias, pero lo más rápido no sirvió; ya era demasiado tarde, había perdido
la visión de ese ojo completamente. Le cambiaron la cubierta en el ojo
izquierdo poniéndole una más resistente para que no le ocurriera el episodio
anterior e intentó disfrutar lo máximo posible de los meses que le quedaba de
visión hasta quedarse ciega del todo; pues era una enfermedad degenerativa.
Sus padres se gastaron los
ahorros que tenían guardados en visitar famosos países para que Emma pueda ver
los monumentos que durante toda su vida deseaba ver. Así como la Torre Eiffel,
el Big Ben, la Estatua de la Libertad y muchas pirámides egipcias (su mayor
fantasía desde que las vio cuando tenía sólo cinco años por la televisión).
Tras medio año de viajes y de disfrutar
al máximo cada minuto de vista llegó el día. Llegó el día que nadie quería que
llegara. Emma se levantó por la mañana e intento abrir los ojos. Los abrió…
pero no conseguía ver nada. Todo era negro, oscuro. La enfermedad había acabado
completamente con su vista y con la posibilidad de ver el rostro de sus padres.
Pero esa enfermedad no pudo con muchas más cosas.
No pudo con sus imborrables
memorias y recuerdos. No pudo acabar con el cariño que tenía a sus padres, sino
aumentarlo. No pudo acabar con su sonrisa ni, mucho menos, con sus ganas de
vivir.
Supo salir adelante. A partir de
ese día se puso a estudiar más en serio que cuando veía perfectamente. Estudiaba
gracias a un aparato para invidentes comprado por su madre, cuya función era decirle
lo que ponía en sus libros de forma oral. Durante esa nueva etapa su madre
pensó que sin estudios su hija no iría a ningún lado, que le costaría muchísimo
encontrar un trabajo adecuado para ella; por eso compró ese objeto.
Ese año su nota media fue de
nueve y medio, la mejor de todo el instituto.
Su sueño cuando estaba viajando
de país en país era crecer y convertirse en una mujer de los pies a cabeza,
ignorando que sus ojos no podrán nunca observar todo lo que consiga. Quería
tener hijos responsables y un marido que la trate como a una reina, que la
quiera como a nadie en este mundo. Actualmente, su sueño está cumplido.
De repente, suena el nombre de mi
parada. Me despierto de mi mundo agitando bruscamente la cabeza e, intentando
limpiar disimuladamente las lágrimas de mi rostro, me despido de Emma con un
abrazo eterno susurrándola al oído:
—Gracias por enseñarme el significado
de la vida.
—Los sueños no se observan con
los ojos ni caen del cielo por su propio peso, si quieres algo de verdad debes
sacrificarte y no darte nunca darte por vencido hasta que se haga realidad—Pensaba
mientras abandonaba lentamente la estación.
FUENTE:
Texto propio +
https://pixabay.com/es/horror-pesadilla-ceguera-agarrando-270304/+
https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgLOM8dWvO19SNyIDiCVsYJpyGBcqjHpmO2pJ8Uq-iVe6bxyE_UGAiGRZU5EHaP-HxH8cTxLUn_zk0F-hwOnibvTwWzkBUdwCmHoX4MYm8_S-NUa33NMuPZTOh9N5YjHgT2otV5kjYKKmk/s1600/piramides-de-egipto-.jpg
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